Erase una vez una joven que vivía en París y pasaba sus días observando y estudiando a los demás. Había estado un poco enferma pero finalmente tras grandes esfuerzos propios y de los médicos había logrado recobrar la salud. En la misma ciudad vivía un apuesto joven dedicado a alimentar a los nobles que visitaban el lugar. A pesar de lo diferente de sus actividades la vida se las había arreglado para reunirlos y ellos desde el primer momento en que se encontraron procuraban compartir todo el tiempo que les era posible. Por alguna extraña razón, por mucho tiempo que pasaran juntos nunca parecía ser suficiente.
Un buen día, mientras el joven trabajaba en la posada del pueblo apareció un viejo conocido. Prácticamente todos los secretos con los que aquel joven invitaba a los comensales a volver a probar sus manjares los había aprendido de aquel hombre. Había sido su tutor y su amigo y siempre le había dado los mejores consejos. El joven le explicó como había cambiado su vida desde la última vez que se vieron y como el tiempo compartido con aquella joven que había estado enferma siempre parecía ser corto y poco. Aquel caballero, comprendiendo su sentir le habló de un lugar cerca del mar donde según contaba la leyenda el tiempo estaba detenido y cada segundo y cada rincón poseían una magia especial. Era un castillo que desde lo alto de una montaña permitía ver el mar y un pequeño pueblo medieval de la Côte d'Azur. Después de una larga charla aquel hombre se marchó dejando al apuesto cocinero sumido en sus pensamientos... necesitaba encontrar la forma de llevar a su amada a ese lugar lleno de instantes eternos.
El cumpleaños de la joven parisina estaba cercano pero esto no le producía mayor emoción. Desde que había enfermado, la llegada de dicha fecha en lugar de ser motivo de regocijo le provocaba cierto temor y tristeza. Como si hubiera un maleficio sobre la fecha siempre ocurría algo que le impedía festejar y disfrutar como hacían todas las demás jovenes de su edad. El joven cocinero, sabiendo del infortunio que había rodeado los anteriores festejos de la joven decidió que no podía haber mejor regalo que detener el tiempo para ella en aquel lugar en el que según su maestro existía tanta magia. Preparó todo en secreto y explicó a la joven que muy pronto tendría que hacer un viaje especial y que necesitaba que ella lo acompañara. Ella curiosa preguntó de que se trataba y que lugar era ese que resultaba tan de vital importancia conocer, pero el joven no dijo nada, solamente que era algo que ambos tenían que hacer juntos y que no podía contestar a sus preguntas porque de hacerlo el encanto del sitio podría esfumarse entre las palabras. La joven aceptó sin hacer más preguntas pero como era muy curiosa se dedicó los siguientes días a interrogar a todos los amigos del joven cocinero sobre aquel misterioso viaje del cual nadie parecía saber nada, era como si todo hubiera sido creado en la mente del muchacho y que dicho lugar no existiera más que en su imaginación. El joven, que conocía muy bien la impaciencia y curiosidad de su amada había tenido buen cuidado de no dejar escapar el más mínimo detalle que pudiera revelar los pormenores del viaje que tendría lugar unos pocos días después del cumpleaños de ella.
Unos días después apareció el apuesto cocinero vestido con su mejor sonrisa anunciando que había llegado el momento de iniciar el tan esperado viaje. Como si fuera un sueño, el paso de una ciudad a otra sucedió en un abrir y cerrar de ojos, en unas pocas horas habían cambiado el bullicio y la prisa parisina por la tranquilidad y el olor a mar de Eze. Desde el primer instante en que vislumbraron el pueblo a lo lejos sintieron una especie de embrujo que se apoderaba de ellos atrayéndolos como un iman por la senda que los acercaba cada vez más a su destino. Habían dejado de hablar, sólo podían observar el paisaje, no querían emitir una sola palabra que pudiera robar la belleza de lo que tenían frente a sí.
Después de una pronunciada curva quedó finalmente frente a ellos a lo alto el castillo mencionado por el maestro del apuesto joven, parecía que estaba esperándoles colgado del risco y que se inclinaba hacia el mar para poder ofrecer una mejor vista. Mientras más se acercaban más fuerte era la sensación de estar en un sitio mágico... cuando la puerta del castillo finalmente se abrió para ellos no había manera de contener la emoción, cada piedra, cada muro, cada detalle era irreal y al mismo tiempo tan lleno de historia y de vida...
La joven estaba completamente emocionada pero al mismo tiempo un poco temerosa. Aunque lo había soñado muchas veces nunca había visto un lugar tan especial y no quería que aquella maldición sobre sus festejos de cumpleaños tocara aquel instante tan increible. El joven, percibiendo su miedo, la tomó de la mano asegurándole que esta vez no ocurriría nada malo y que por fin había terminado aquella maldición. Ella sintió que podía confiar totalmente en él y se dejó conducir al interior del castillo. Fue entonces que sucedió.... aquellos dos jovenes comunes que salieron esa mañana de Paris se transformaron en los príncipes protagonistas de un cuento de hadas.... y fue así como por un fin de semana se adueñaron del castillo, del pueblo, del mar.... y del tiempo...
Grazie mille Micio por un fin de semana maravilloso, sin duda alguna, el mejor festejo de cumpleaños de mi vida. Continuamente nel mio cuore, per sempre nella mia anima, eternamente nella mia vita..... Szeretlec amore.
Un buen día, mientras el joven trabajaba en la posada del pueblo apareció un viejo conocido. Prácticamente todos los secretos con los que aquel joven invitaba a los comensales a volver a probar sus manjares los había aprendido de aquel hombre. Había sido su tutor y su amigo y siempre le había dado los mejores consejos. El joven le explicó como había cambiado su vida desde la última vez que se vieron y como el tiempo compartido con aquella joven que había estado enferma siempre parecía ser corto y poco. Aquel caballero, comprendiendo su sentir le habló de un lugar cerca del mar donde según contaba la leyenda el tiempo estaba detenido y cada segundo y cada rincón poseían una magia especial. Era un castillo que desde lo alto de una montaña permitía ver el mar y un pequeño pueblo medieval de la Côte d'Azur. Después de una larga charla aquel hombre se marchó dejando al apuesto cocinero sumido en sus pensamientos... necesitaba encontrar la forma de llevar a su amada a ese lugar lleno de instantes eternos.
El cumpleaños de la joven parisina estaba cercano pero esto no le producía mayor emoción. Desde que había enfermado, la llegada de dicha fecha en lugar de ser motivo de regocijo le provocaba cierto temor y tristeza. Como si hubiera un maleficio sobre la fecha siempre ocurría algo que le impedía festejar y disfrutar como hacían todas las demás jovenes de su edad. El joven cocinero, sabiendo del infortunio que había rodeado los anteriores festejos de la joven decidió que no podía haber mejor regalo que detener el tiempo para ella en aquel lugar en el que según su maestro existía tanta magia. Preparó todo en secreto y explicó a la joven que muy pronto tendría que hacer un viaje especial y que necesitaba que ella lo acompañara. Ella curiosa preguntó de que se trataba y que lugar era ese que resultaba tan de vital importancia conocer, pero el joven no dijo nada, solamente que era algo que ambos tenían que hacer juntos y que no podía contestar a sus preguntas porque de hacerlo el encanto del sitio podría esfumarse entre las palabras. La joven aceptó sin hacer más preguntas pero como era muy curiosa se dedicó los siguientes días a interrogar a todos los amigos del joven cocinero sobre aquel misterioso viaje del cual nadie parecía saber nada, era como si todo hubiera sido creado en la mente del muchacho y que dicho lugar no existiera más que en su imaginación. El joven, que conocía muy bien la impaciencia y curiosidad de su amada había tenido buen cuidado de no dejar escapar el más mínimo detalle que pudiera revelar los pormenores del viaje que tendría lugar unos pocos días después del cumpleaños de ella.
Unos días después apareció el apuesto cocinero vestido con su mejor sonrisa anunciando que había llegado el momento de iniciar el tan esperado viaje. Como si fuera un sueño, el paso de una ciudad a otra sucedió en un abrir y cerrar de ojos, en unas pocas horas habían cambiado el bullicio y la prisa parisina por la tranquilidad y el olor a mar de Eze. Desde el primer instante en que vislumbraron el pueblo a lo lejos sintieron una especie de embrujo que se apoderaba de ellos atrayéndolos como un iman por la senda que los acercaba cada vez más a su destino. Habían dejado de hablar, sólo podían observar el paisaje, no querían emitir una sola palabra que pudiera robar la belleza de lo que tenían frente a sí.
Después de una pronunciada curva quedó finalmente frente a ellos a lo alto el castillo mencionado por el maestro del apuesto joven, parecía que estaba esperándoles colgado del risco y que se inclinaba hacia el mar para poder ofrecer una mejor vista. Mientras más se acercaban más fuerte era la sensación de estar en un sitio mágico... cuando la puerta del castillo finalmente se abrió para ellos no había manera de contener la emoción, cada piedra, cada muro, cada detalle era irreal y al mismo tiempo tan lleno de historia y de vida...
La joven estaba completamente emocionada pero al mismo tiempo un poco temerosa. Aunque lo había soñado muchas veces nunca había visto un lugar tan especial y no quería que aquella maldición sobre sus festejos de cumpleaños tocara aquel instante tan increible. El joven, percibiendo su miedo, la tomó de la mano asegurándole que esta vez no ocurriría nada malo y que por fin había terminado aquella maldición. Ella sintió que podía confiar totalmente en él y se dejó conducir al interior del castillo. Fue entonces que sucedió.... aquellos dos jovenes comunes que salieron esa mañana de Paris se transformaron en los príncipes protagonistas de un cuento de hadas.... y fue así como por un fin de semana se adueñaron del castillo, del pueblo, del mar.... y del tiempo...
Grazie mille Micio por un fin de semana maravilloso, sin duda alguna, el mejor festejo de cumpleaños de mi vida. Continuamente nel mio cuore, per sempre nella mia anima, eternamente nella mia vita..... Szeretlec amore.